Reliquias
Entre sus reliquias encontramos un frasco con polvo de extracto de momia que se usaba para la gangrena y en los otros frascos más antiguos se guardan sustancias de la época. Se conservan recetas antiguas, una de ellas de Miguel de Cervantes. «La farmacia está en el edificio en el que nació Calderón de la Barca y pasaran por aquí clientes muy famosos. En lo que antiguamente era la rebotica se hacía la vida de la farmacia», subraya Mercedes Ramos. «Había reuniones de políticos, literatos, farmacéuticos, gente de cultura y luego estaba también la parte de la atención al público», añade.
El interior de la farmacia conserva pequeños cajones de madera, «cada uno pertenecía a un cliente en los que se les guardaba su medicación hasta que venían a recogerla». También una mesa blanca y grande, «diseñada por mi abuelo», que imita a las mesas de la facultad de Farmacia. Si bajamos unas escaleras llegamos a otro espacio, que hoy sirve como almacén, pero que en su día fue un pequeño museo. Allí se encuentran grandes reliquias como antiguas básculas para pesar a los bebés, una caja registradora, recetas de las sustancias de opiáceos o fórmulas de pomadas.
Otro de los secretos del lugar es la existencia de un pasadizo subterráneo que conecta la farmacia con el Palacio Real. «Por este túnel se llevaban los medicamentos a la institución real pero además hubo una gran circulación de políticos y escritores liberales. Dicen que por aquí huyó el célebre bandido Luis Candelas», narra la propietaria. Hoy el túnel está tapiado a los 5 o 6 metros pero se puede ver la trampilla y el inicio del pasadizo. Y todavía hay más sorpresas, nada más y nada menos que una parte de la antigua muralla de Madrid, en la que se puede contemplar la forma de un arco, que hoy roza con el suelo del sótano «lo que nos hace pensar que estamos muy arriba del nivel de la ciudad hace siglos», reflexiona la dueña.