CON SOLERA

Pasa el tiempo y continúan en las calles de Madrid, son establecimientos que nos trasladan a otro tiempo. Tabernas, restaurantes, tiendas de todo tipo de género, boticas o librerías que son parte de la historia viva de esta Comunidad, con una mezcla de tradición y modernidad que les ha permitido adaptarse al paso del tiempo.


LA FARMACIA DE LA REINA MADRE

La farmacia Reina Madre se fundó en 1578 por un conocido alquimista veneciano en la calle Sacramento. "Le debe su fama a Francisco I que estaba encerrado en la Torre de los Lujanes y le suministraba los medicamentos", explica Mercedes Ramos. Después fue la farmacia referente de la época de Felipe V porque por entonces, por miedo a los envenenamientos, no se fiaban de los farmacéuticos del Alcázar de Madrid, y era en este local donde compraban todos los medicamentos.

Fue este monarca quien concedió el escudo oficial a la botica y el nombre de Reina Madre. A ella acudieron con frecuencia sus dos mujeres. La primera, María Luisa de Saboya, para quien fabricaban una pomada especial, y la segunda, Isabel de Farnesio, también clienta habitual siendo además italiana como el alquimista fundador. «Hay dos teorías sobre el origen del nombre, una que se debe a la primera mujer de Felipe V y otra a la segunda», aclara la propietaria.

El despacho al público está presidido por un mostrador de caoba labrada con adornos de ángeles y una serie de dibujos geométricos que limitan un relieve donde destaca el nombre «Reina Madre». En los laterales se aprecian dos panales de azulejos realizados por el ceramista Ruiz de Luna y en cada uno aparece una fecha. La de 1578, año de la fundación de la farmacia, y la de 1914,«fecha en la que se trasladó la farmacia desde la calle Sacramento hasta la calle Mayor. Se trajo toda la estructura y se mantiene intacta», explica la farmacéutica. El anterior edificio se derrumbó por razones socioeconómicas. Se encontraba en una zona de calles muy estrechas por las que no podían pasar las procesiones de las cofradías de la época.

Reliquias

Entre sus reliquias encontramos un frasco con polvo de extracto de momia que se usaba para la gangrena y en los otros frascos más antiguos se guardan sustancias de la época. Se conservan recetas antiguas, una de ellas de Miguel de Cervantes. «La farmacia está en el edificio en el que nació Calderón de la Barca y pasaran por aquí clientes muy famosos. En lo que antiguamente era la rebotica se hacía la vida de la farmacia», subraya Mercedes Ramos. «Había reuniones de políticos, literatos, farmacéuticos, gente de cultura y luego estaba también la parte de la atención al público», añade.

El interior de la farmacia conserva pequeños cajones de madera, «cada uno pertenecía a un cliente en los que se les guardaba su medicación hasta que venían a recogerla». También una mesa blanca y grande, «diseñada por mi abuelo», que imita a las mesas de la facultad de Farmacia. Si bajamos unas escaleras llegamos a otro espacio, que hoy sirve como almacén, pero que en su día fue un pequeño museo. Allí se encuentran grandes reliquias como antiguas básculas para pesar a los bebés, una caja registradora, recetas de las sustancias de opiáceos o fórmulas de pomadas.

Otro de los secretos del lugar es la existencia de un pasadizo subterráneo que conecta la farmacia con el Palacio Real. «Por este túnel se llevaban los medicamentos a la institución real pero además hubo una gran circulación de políticos y escritores liberales. Dicen que por aquí huyó el célebre bandido Luis Candelas», narra la propietaria. Hoy el túnel está tapiado a los 5 o 6 metros pero se puede ver la trampilla y el inicio del pasadizo. Y todavía hay más sorpresas, nada más y nada menos que una parte de la antigua muralla de Madrid, en la que se puede contemplar la forma de un arco, que hoy roza con el suelo del sótano «lo que nos hace pensar que estamos muy arriba del nivel de la ciudad hace siglos», reflexiona la dueña.

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